El Ecoturismo Como Actividad Empresarial
Yellow-throated Toucans

El Ecoturismo Como Actividad Empresarial

Presentación en la Conferencia Regional Centroamericana para el Año Internacional del Ecoturismo
Hotel Fort George
Ciudad de Belice, Belice
26-28 de Noviembre, 2001

Presentación de Raúl Arias de Para, Canopy Tower, Panamá
27 de Noviembre, 9:30 AM

Buenos días a todos y muchas gracias a los organizadores de este evento por invitarme a compartir con Uds. mis ideas sobre el ecoturismo como actividad empresarial.

Confieso que cuando recibí la invitación para esta conferencia y vi el tema que me habían solicitado sentí perplejidad y confusión.

¿Cómo hablar sobre ecoturismo como actividad empresarial, es decir como actividad con fines de lucro, si para mí el ecoturismo es mucho más que un negocio? Es una pasión, una misión, un instrumento de conservación! Además, ¿cómo hablar desde el punto de vista empresarial si yo, más que un empresario, me considero un conservacionista?

Estuve tentado de agradecer y declinar la inesperada invitación pues pensé que mi presentación tendría que ser necesariamente muy breve y escueta. Sin embargo, decidí aceptar el reto pues presentí que, a pesar de mis aparentes deficiencias, podría aportar enfoques interesantes a la discusión y, sobre todo, sabía que en el proceso de preparar esta presentación aprendería algo valioso. Y es que estas conferencias resultan en aprendizaje y descubrimientos no sólo para la audiencia sino también para nosotros, los expositores.

Yo me inicié en este fascinante mundo del ecoturismo, que tantas satisfacciones me ha brindado, allá por el año de 1991, hace 10 años más o menos. Y lo que me animó hacerlo no fue un análisis riguroso de costos y beneficios, una estimación de la tasa interna de retorno del capital a invertir, ni ninguna de las otras consideraciones típicas que hace un hombre de negocios antes de invertir su dinero.

Lo que me animó, y todavía me impulsa con igual o mayor fuerza, fue el sentido de conservación. La noción, profundamente arraigada, que nosotros no somos dueños y señores de este planeta sino sólo guardianes, meros custodios de una riqueza que no nos pertenece, le pertenece a nuestros hijos y nietos. Y cuando llegue su turno, quiera Dios que ellos, a su vez, se den cuenta que la Tierra tampoco es de ellos sino de sus descendientes. Y así sucesivamente, per secula seculurum.

Pienso que la especie humana, homo sapiens sapiens, está en este planeta para protegerlo, conservarlo, utilizarlo, sí, pero de una manera sostenible.

Mi primer negocio de ecoturismo fue algo muy sencillo.

Resulta que en terrenos de propiedad de mi familia en Panamá existe una hermosa caída de agua de 40 metros de altura rodeada de exuberante vegetación tropical. En su base se forma una piscina natural la cual, según los lugareños, está encantada y sirve para desvanecer, como por arte de magia, las preocupaciones, los malestares y la fatiga de quienes se aventuran a zambullirse en ella.

Debido a su belleza natural, era lógico pensar que el sitio, poco a poco, se fuera convirtiendo en una atracción turística. Inicialmente, el impacto del turismo pasó desapercibido, pero la cantidad de visitantes fue aumentando a través de los años y, desgraciadamente, pocos de ellos poseían el espíritu de conservación necesario para visitar áreas prístinas sin que el proceso disminuya el encanto del sitio y afecte, a la larga, su viabilidad.

En otras palabras, la afluencia desordenada de visitantes con poca conciencia ecológica fue degradando este hermoso paraje. Arrojaron basura a diestra y siniestra, derribaron árboles centenarios y arrancaron de raíz plantas silvestres, helechos gigantes y delicadas orquídeas aéreas. Finalmente, secuestraron todas las ranas doradas que habitaban en el sitio (Atelopus zeteki) y se las llevaron a morir de melancolía en alguna pecera homogénea a cientos de kilómetros de distancia.

¿Qué hacer frente a esta situación?

Como legítimos propietarios del terreno bien podíamos cercarlo, colocar guardianes, armados si fuera necesario, y simplemente prohibir el acceso.

Eso sería supremamente egoísta, pensé yo al inicio de mis cavilaciones sobre el tema. Teníamos que protegerlo, es cierto, pero también compartirlo con todo el mundo de una manera que no pusiera en peligro su porvenir. Adicionalmente, pensé que deberíamos cobrar una módica suma de dinero para entrar al sitio, no sólo para generar recursos para su funcionamiento sino también para mostrarle a los visitantes que la naturaleza tiene un precio y en la medida en que es gratuita, desaparece. En otras palabras, este sería un perfecto ejemplo de desarrollo sostenible, una actividad económica que no agota el recurso del cual se nutre.

Así pues, un buen día contraté a tres muchachos de la comunidad, que por cierto estaban desempleados, coloqué un letrero indicando el costo de la entrada (B/ 1. ºº) y establecí ciertas normas elementales para la conservación y, ¡presto!, nació una actividad ecoturístico, un instrumento de conservación.

Algunos de los presentes pueden estar pensando que la inversión que yo hice en este caso fue mínima, acaso insignificante, que no era necesario hacer estudios, análisis de flujos de caja, etc. etc. y, en consecuencia, este ejemplo no puedo aplicarse a una inversión de mayor cuantía.

Algo de razón tienen los que piensan de esa manera.

Sin embargo, lo que quiero enfatizar con este ejemplo es que el criterio más importante para realizar o no una inversión ecoturística debe ser el principio de conservación y no el ánimo de lucro. Lo esencial es si el proyecto contribuye a la conservación del medio ambiente o acelera la destrucción del planeta.

Quiero hacer un paréntesis y aclarar que, obviamente, yo no considero pecaminoso las ganancias de un negocio, al contrario, creo que son esenciales para la actividad. Debemos sencillamente ponerlas en la debida perspectiva.

Como dijo en una ocasión Winston Churchill,

“es una idea socialista que hacer utilidades es un vicio, el verdadero vicio es hacer pérdidas”.

Comparemos ahora los fundamentos del ecoturismo con los principios que rigen el mundo de los negocios para determinar las coincidencias o las divergencias que existen entre estas esferas del quehacer humano.

Es generalmente aceptado que todo producto considerado ecoturístico, sea este una actividad de hospedaje público, un “tour” o una atracción específica, además de enfocarse principalmente hacia la naturaleza, debe contener los siguientes elementos:

  • Debe contribuir a la conservación del medio ambiente
  • Debe ser de carácter sostenible
  • Debe proveer beneficios a la comunidad (mas allá de sueldos y salarios)
  • Debe incorporar interpretación ambiental
  • Debe ser sensible a la cultura local

Y, en el mundo de los negocios los elementos más importantes son:

  • Maximización de utilidades
  • Satisfacción del consumidor

Analicemos primero el componente No. 2 de la actividad empresarial: la Satisfacción del Consumidor. Este principio es perfectamente compatible con el producto ecoturístico, satisfacer las necesidades de los clientes es una norma básica de cualquier negocio o actividad empresarial. Sin embargo, al considerar la Maximización de Utilidades encontramos serias divergencias entre el ecoturismo y el mundo de los negocios.

¿Cómo ayuda la conservación del medio ambiente o la sostenibilidad ambiental, por mencionar sólo dos de los elementos del ecoturismo, a la maximización de utilidades?

En efecto, podríamos argumentar que estas políticas reducen las utilidades de una empresa, en vez de maximizarlas. Por ejemplo, es mucho más económico arrojar las aguas servidas al alcantarillado público sin ningún tratamiento que purificarles antes de verterlas hacia las aguas nacionales. Es mucho más económico, a corto plazo, y por supuesto más sencillo, conectarse al tendido eléctrico que instalar un sistema de energía solar.

El papel reciclado es más caro que el papel satinado, además, los “brochures” impresos en papel satinado lucen más atractivos que los impresos en papel reciclado.

La madera producida en una plantación, por ejemplo la teca, es más cara y más difícil de trabajar que el cedro espino talado en el bosque primario.

En fin, practicar los fundamentos del ecoturismo no es fácil para un empresario pues significa ir en contra del todopoderoso principio de la maximización de utilidades.

He aquí lo que yo he denominado la “Paradoja del Negocio del Ecoturismo”, para desarrollar este negocio, de una forma coherente con los postulados del ecoturismo, no hay que pensar en la ganancia como primer objetivo, como sería el caso de cualquier otra actividad con fines de lucro, hay que pensar en la conservación del medio ambiente.

Esto es ciertamente una paradoja: para tener éxito económico no hay que pensar en el éxito económico como objetivo fundamental de la actividad, eso vendrá por añadidura.

Habiendo enunciado esta paradoja, es decir, la contradicción entre los postulados del ecoturismo y los principios fundamentales de los negocios, quiero ahora decirles que, afortunadamente, el mundo de los negocios está cambiado. Se comienza a notar entre los empresarios, a nivel mundial, una preocupación genuina por el impacto de sus actividades sobre el medio ambiente. La paradoja comienza a desdoblarse y las divergencias a desaparecer. ¡No todo está perdido!

Así pues, el futurólogo John Naisbitt, reconocido escritor cuyas obras sobre tendencias mundiales han vendido más de 14 millones de ejemplares en todo el mundo, predijo en su libro The Global Paradox (La Paradoja Global) publicado en 1995, hace casi siete años, que las empresas tendrán un rol importante en la protección del medio ambiente y cita a varios líderes de negocios de los EEUU que dicen: “cuando las empresas apoyan la sostenibilidad, cuando integran a su misión corporativa un compromiso serio con el medio ambiente, se transforman en algo más grande que ellas mismas, inclusive más grande que sus respectivas industrias. Estas empresas pasan a formar parte de un movimiento global que cambiará el mundo”.1

Por otro lado, y más recientemente, en el Foro Económico Mundial celebrado en Davos, Suiza, en 1999, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, presentó el programa denominado Pacto Global a los líderes mundiales de negocios allí reunidos. La finalidad de este programa es promover la Responsabilidad Social Empresarial entre las empresas del mundo entero.

Y, ¿ qué es la Responsabilidad Social Empresarial?

Se entiende como una empresa socialmente responsable aquella:

  • Cuyos productos y servicios contribuyan al bienestar de la sociedad.
  • Cuyo comportamiento vaya más allá de la normativa vigente y las prácticas de libre mercado
  • Cuyos directivos tengan un comportamiento ético
  • Cuyas actividades sean responsables con el medio ambiente
  • Cuyo desarrollo contemple el apoyo a las personas más desfavorecidas de las comunidades en las que opera

Todo lo anterior nos indica que el mundo de los negocios está cambiando, hay un nuevo elemento además de la maximización de utilidades y la satisfacción del consumidor, este nuevo elemento es la Responsabilidad Social Empresarial.

Ya no se habla tanto de la maximización de utilidades sino de la rentabilidad sostenida, no tanto de la satisfacción de los consumidores individuales sino de la satisfacción de los intereses a largo plazo de los consumidores y de la sociedad.

Ciertamente el concepto actual de la empresa del siglo XXI se aproxima muchísimo a los postulados del ecoturismo. De eso debemos sentirnos orgullosos y satisfechos los que tenemos años de estar en esta actividad pues los principios del ecoturismo, en buena medida, se ven reflejados en el concepto de la Responsabilidad Social Empresarial.

La Paradoja del Negocio del Ecoturismo no tiene ya razón de existir. Los principios del ecoturismo y los postulados que rigen el mundo de los negocios han convergido.

Quiero ahora hacer otro breve paréntesis y mostrarles un ejemplo del Pacto Global en acción.

Mi país, Panamá, es uno de los 10 países escogidos por las Naciones Unidos como país piloto para llevar a cabo el programa del Pacto Global. La empresa panameña, ACCEL, que vende combustibles y lubricantes, ha entrado a formar parte de este nuevo programa de las Naciones Unidas y una de sus recientes campañas publicitarias persigue la disminución de gases contaminantes producidos por los automóviles.

Volviendo al tema del ecoturismo como actividad empresarial.

¿Es un buen negocio el ecoturismo?

Mi esposa, que no está en este negocio, ella es joyera, piensa que es un gran negocio pues me dice, “tu recibes un triple salario, primero porque te gusta lo que haces, segundo porque lo que haces ayuda a la conservación del medio ambiente y tercero, estás recibiendo un rendimiento monetario sobre tu inversión”.

¡Ciertamente es un gran negocio!

¿Pero para quién? ¿Para nosotros los países productores del producto turístico o para los países consumidores de nuestros productos?

Esto nos conduce al último tema que quiero tratar esta mañana. Es un tema complejo, lo voy a tratar muy brevemente, es la cuestión de los “leakages” o escapes.

Se denomina “leakages” o “escapes” al proceso mediante el cual parte de las divisas generadas por el turismo, en lugar de permanecer en el país que recibe al turista (país destino), permanecen en el país de origen o se remiten al exterior posteriormente. En otras palabras, ¡parte de los ingresos nunca llegan o se los llevan después!

Los escapes son de dos clases, escapes “externos” cuyo monto depende de la nacionalidad de la aerolínea que transporta al turista que viene a nuestro pais y la modalidad de comercialización del paquete turístico (presencia de intermediarios). Y los escapes “internos”, también conocidos como “coeficiente de importación de la actividad turística”, que consisten en royalties, repatriación de ganancias, importación de equipos, materiales, bienes de consumo y gastos de promocion y propaganda en el exterior.

Pues bien, gracias a los famosos “leakages”, o más bien los infames “leakages”, de cada dólar que paga un turista en Nueva York, Atlanta, o San Francisco, para venir a Belice, Panamá, o Nicaragua, sólo 25 centavos permanecen en nuestros países.2

Este es un gran negocio, ciertamente, pero es mejor para los consumidores que para nosotros los productores. Los intermediarios se quedan con una buena parte de los ingresos.

Afortunadamente, la existencia del Internet y el correo electrónico nos permite que cada vez con mayor eficiencia podamos llegar directamente a los consumidores, eliminando los intermediarios extranjeros.

Y esta es, en mi opinión, la clave para aumentar el valor agregado que retenemos en nuestros países, es decir disminuir los “escapes” al mínimo posible. Tenemos que comprender y manejar bien el mundo del Internet pues es fundamental para aumentar la rentabilidad de nuestros negocios y, por ende, el bienestar de las comunidades en las que nos desenvolvemos.

Quiera Dios que algunos de los presentes decidan incursionar en el ecoturismo como actividad empresarial y, si tienen la pasión necesaria, sienten la importancia de la misión y reconocen que el ecoturismo es un instrumento de conservación, recibirán, como yo he recibido, tres salarios todos los días del año.

Muchas gracias.

 

  1. Naisbitt John, Global Paradox, Avon Books, New York, 1995, p. 212
  2. David Diaz Benavides, The Sustainability of International Tourism in Developing Countries, ORGANIZATION FOR ECONOMIC CO-OPERATION AND DEVELOPMENT, Seminar on Tourism Policy and Economic Growth, Berlin, 6-7 March, 2001

Bibliografía

  • Naisbitt John, Global Paradox, Avon Books, New York, 1995
  • Edward G. Sanders and Elizabeth Halpenny, The Business of Ecolodges (A Survey of Ecolodge Economics and Finance, THE INTERNATIONAL ECOUTOURISM SOCIETY, Burlington, Vermont, 2001
  • David Diaz Benavides, The Sustainability of International Tourism in Developing Countries, ORGANIZATION FOR ECONOMIC CO-OPERATION AND DEVELOPMENT, Seminar on Tourism Policy and Economic Growth, Berlin, 6-7 March, 2001
  • Tourism and Development in the Least Developed Countries, UNITED NATIONS CONFERENCE ON TRADE AND DEVELOPMENT, 14 March, 2001
  • Phillip Evans, Recent Developments in Trade and Competition Issues in the Services Sector: A Review of Practices in Travel and Tourism, UNITED NATIONS CONFERENCE ON TRADE AND DEVELOPMENT
  • Diego de la Torre de la Piedra, Formas Creativas y Eticas para Generar Ventajas Competitivas en el Siglo XXI, CENTRO EMPRESARIAL DE INVERSIÓN SOCIAL, Foro Empresarial, Panamá, 11 de Septiembre del 2001
  • Carlos Arturo Angel, La Empresa de la Economía del Siglo XXI, CENTRO EMPRESARIAL DE INVERSIÓN SOCIAL, Foro Empresarial, Panamá, 11 de Septiembre del 2001